El 3 de noviembre de 2020 los estadounidenses están llamados a votar para decidir quién será el próximo jefe de Estado y de Gobierno del país. En las pasadas elecciones presidenciales (2016) votaron cerca de 139 millones de personas, un 55,5 % de la población que podía ejercer el derecho al sufragio. Este año, a cinco días de la jornada electoral, se registraba una cifra de 69 millones de votos, lo que equivale aproximadamente a la mitad de la participación total de 2016. Son datos esperanzadores en cuanto a que se pronostica una subida en la participación, consecuencia, entre otros factores, de una sociedad cada vez más concienciada y llamada a intervenir en la vida pública a través del voto.
Pese a un pronóstico optimista -que no deja de ser eso, un pronóstico-, es importante que todo aquel que pueda votar, lo haga. Cada cuatro años, los estadounidenses se enfrentan y disfrutan de un momento de gran responsabilidad social en el que tienen la capacidad de intervenir de una forma u otra en las decisiones a futuro que se toman en el país. En este contexto, han surgido movimientos independientes que invitan a la reflexión que ha de preceder al voto y llaman a los ciudadanos a las urnas.
Este es el caso de Voting is an act of love (Votar es un acto de amor), desde el que la Ignatian Solidarity Network anima a los católicos a reflexionar sobre las causas que guían su elección. “El amor se ha de poner más en las obras que en las palabras”, decía San Ignacio de Loyola, lo que nos recuerda que votar puede y debe ser un acto de amor, de vivir los mayores mandamientos, de amar y servir a Dios y al prójimo.
¿Por qué es un acto de amor? ¿De amor hacia quién?
El voto es una promesa de querer hacer un mundo mejor. Es un acto de amor hacia los más necesitados, hacia los jóvenes, los mayores, los inmigrantes y refugiados, hacia el planeta… En suma, es un acto de amor a Dios y al prójimo. Antes de decidir, reflexiona. ¿Qué es lo que amas? ¿Cómo te comprometes con ese amor? El voto es una de las herramientas que tenemos para instrumentarlo.
¿Hasta dónde trasciende la responsabilidad?
Como individuos y en la presente era de la conectividad, tenemos la posibilidad y la responsabilidad de dar visibilidad a mensajes que contribuyen al bien común. (En la página de Voting is an act of love hay muchos materiales que puedes difundir en tus redes sociales). Compartir es una forma de invitar a nuestros contactos a reflexionar y a realizar una acción, que es libre, personal e intransferible: decidir por su futuro. Y en la misión que compartimos, esa acción no se mueve por la venganza, el rencor ni el resentimiento: votar es, como debieran ser cada una de nuestras decisiones, un acto de amor.