El Secretariado para la Justicia Social y la Ecología – SJES realizó un encuentro anual “presencial” en la Curia General en Roma, el cual contó con la presencia de los seis delegados del Apostolado Social de las Conferencias Provinciales, los líderes de las Redes Globales de Advocacy Ignaciana (GIAN) y los miembros de un nuevo Comité Asesor. Todos convocados por el Secretario del SJES, Xavier Jeyaraj SJ. Cinco días de intercambio y encuentros interpersonales, donde se profundizó y fortaleció el compromiso con el trabajo de las GIAN.
El método utilizado en este encuentro se inspiró directamente en la espiritualidad ignaciana: oración personal y en común, conversación espiritual en pequeños grupos donde la escucha es una parte importante del proceso, examen ignaciano de lo vivido y pasos de discernimiento para orientar el futuro.
De los 20 participantes, se pudo recoger la experiencia de tres de ellos, que a continuación compartimos.
Ted Penton SJ – Conferencia de los jesuitas de Canadá y Estados Unidos de América
Después de dos años de separación, esta semana ha sido un grato recordatorio del valor de estar juntos de forma presencial. El primer día, un día de oración y de compartir, fue un regalo especial y una oportunidad para entrar en un encuentro más profundo con los demás. Cuando nos reunimos con el Papa en el encuentro del Jubileo del SJES 2019, sus últimas palabras nos recordaron que debemos mantener la oración en el corazón de todo lo que hacemos, y estoy agradecido de que hayamos reservado tanto tiempo para esta parte tan importante de nuestra semana.
También he apreciado especialmente la presencia de los miembros del recién formado Consejo Asesor del SJES. Han aportado una perspectiva esclarecedora de nuestra misión compartida y de cómo podemos llevarla a cabo mejor.
Sue Martin – Conferencia de los jesuitas de Asia-Pacifico
Es un privilegio, como mujer laica ignaciana de Australia, participar en el encuentro del SJES 2022. Nuestra semana en Roma ha sido una oportunidad para dialogar, compartir relatos de nuestra lucha en los últimos dos años con la pandemia de la Covid. Una contribución que he hecho a nuestro encuentro ha sido la oración del primer día. Nuestra costumbre en Australia es comenzar reconociendo a los Custodios Tradicionales de la tierra donde nos reunimos; ellos han caminado por la tierra y la han cuidado durante milenios. Comenzamos con un Círculo de Aprendizaje, que es la práctica de hablar y escuchar desde el corazón.
A lo largo de la semana hemos escuchado las llamadas a un mayor compromiso con los gritos de la pobreza en todo el mundo. Estamos trabajando en toda la familia ignaciana para abogar por los que están en la pobreza, especialmente nuestra Tierra, pero ¿cómo podríamos colaborar mejor juntos para alzar nuestras voces como equipo del SJES en Roma, delegados del Apostolado Social de las Conferencias, coordinadores de las redes GIAN y miembros del recién formado Comité Asesor del SJES? El compartir de todos nosotros en el equipo del SJES me ha inspirado. Nosotros, que estamos llamados a ayudar al Padre General a guiar a toda la familia ignaciana en el camino del desarrollo de la misión apostólica de la Compañía de Jesús en su dimensión de promoción de la justicia social y de la reconciliación con la creación y de colaboración con los movimientos más amplios de la Iglesia: “somos profetas de un futuro que no es nuestro”.
Stany Tirkey SJ – Conferencia de los jesuitas de Asia meridional
Dios acompaña a Sus elegidos en Su Misión.
Cuando me dijeron que tenía que representar a la Conferencia de Asia Meridional en el próximo encuentro de Justicia Social y Ecología en Roma, en el contexto de unos escenarios sociopolíticos, sociales, culturales y religiosos cada vez más complejos, me puse nervioso y me pregunté si yo era la persona adecuada. Sin embargo, había una fuerza interior que me mantenía confiado para reconocer esta ocasión como una oportunidad de Gracia. Sentí que era una ocasión para expresar y representar las voces de mi pueblo y comunidad, una oportunidad para mí, siendo una persona indígena.
Al escuchar a los compañeros en el diálogo, sentí que no estoy solo. En medio de la diversidad, somos un solo Cuerpo que trabaja unido por la misión del Señor que, conociendo todas mis limitaciones, me ha elegido. Vi que los problemas y la naturaleza de los desafíos de la gente son similares. En medio de todas las luchas y desafíos, hay esperanza porque mi pueblo y yo no estamos solos. La unidad en las luchas de mi pueblo y mi propia lucha son signos de que Dios nunca me ha dejado solo; Él está acompañando a todos los que están comprometidos con Su misión de establecer el Reino de justicia, paz, solidaridad y reconciliación en cada uno de nuestros contextos.
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