Este es el primer post de una serie de reflexiones del recién nombrado Secretario para la Justicia Social y Ecología, Roberto Jaramillo, SJ sobre el tema de las Redes y el Trabajo en Red como instrumentos, praxis y expresión de la sinodalidad, publicado en diciembre de 2023 en la Civiltà Cattolica.
Tanto en su práctica pastoral como en sus discursos el Papa Francisco ha rescatado en un elemento que parece ser fundamental del llamado evangélico a la Iglesia: la sinodalidad. No podemos decir que esta sea una realidad perfectamente comprensible ni unívoca, lo que hace más más difícil la tarea, aunque no menos interesante.
En el Informe de síntesis de la primera Asamblea General ordinaria del Sínodo (reunida entre el 4 y el 29 pasados en Roma[1]) se hace referencia 64 veces el concepto con el sustantivo ‘sinodalidad’ (perspectiva de la s., estilo de la s.), 94 veces con el adjetivo ‘sinodal’ (referido a iglesia, proceso, camino, itinerario, asamblea, modo, prácticas, vida, estilo, espíritu, recorrido, dinámica, perspectiva, sentido, configuración, naturaleza, carácter, experiencia, dimensión, rostro, acercamiento, prospectiva, cultura, diálogo, comunión, manera, consejo, clave, sesión), y 21 veces se utiliza el sustantivo ‘sínodo’ en singular. Los conceptos más utilizados en todo el documento son ‘iglesia sinodal’ mencionada 24 veces (36 en total si le sumamos las ocasiones en que se habla de Asamblea sinodal (6), de configuración sinodal (2) y de naturaleza sinodal), y el de ‘proceso sinodal’ mencionado 18 veces (26 en total si le agregamos las ocasiones en que se habla de camino sinodal (6), recorrido sinodal (1), itinerario sinodal). El primero: Iglesia, asamblea, configuración o naturaleza sinodal se refieren mayoritariamente a una característica propia (esencial) del ser ecclesía, mientras que los conceptos: proceso, camino, recorrido o itinerario sinodal se refieren a un tipo de acción propio (identitario) de ella. Lo cierto es que entre los congregados en el sínodo hubo consenso al confesar que habían llegado a “una primera comprensión que necesita encontrar una mejor precisión” ISS 1, b.
El debate público ha sido intenso y permanece abierto. Gracias a la clarividencia del papa Francisco y a su coherencia vital diversas posiciones se van manifestando con libertad. El sínodo en curso, él mismo en su desarrollo y en su metodología, es una forma doctrinal y pastoral -a la vez- de encontrar sinodalmente una respuesta sinodal a las preguntas sobre la sinodalidad. De la misma manera que “no hay camino hacia la paz, sino que la paz es el camino”[2], creemos que no hay camino hacia la sinodalidad, sino que la sinodalidad es el camino.
La inspiración y razón fundamental de esta búsqueda reside en la doctrina del Concilio Vaticano II, Constitución Lumen Gentium, sobre la naturaleza de la Iglesia, que afirma que es la Iglesia es “un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4). Aceptada esta premisa dogmática (la iglesia es Pueblo de Dios), la institucionalidad temporal en su conjunto y, por lo tanto, las formas de la función de gobierno de la iglesia, han de estar al servicio de su constitución (de su entidad / su estatus) en tanto Pueblo bajo la única guía del Señor Jesucristo por medio del Espíritu Santo, con dones (carismas y funciones) múltiples para la edificación del único Cuerpo.
Si queremos encontrar respuestas y caminos abiertos en el rescate de la sinodalidad como elemento central de la naturaleza y la práctica eclesial, hemos de utilizar instrumentos nuevos que, no por su novedad sino por su utilidad, puedan abrirnos a perspectivas de ser y de hacer que antes no se habían pensado; ni siquiera buscado o intentado. El gran desafío, ahora, es seguir procediendo sinodalmente en las iglesias locales, buscando y encontrando (‘crear’ en el mejor sentido de la palabra) diversos instrumentos sinodales para avanzar, tal como indica el Informe de Síntesis: “Se propone experimentar y adaptar la conversación en el Espíritu y otras formas de discernimiento en la vida de la Iglesia, valorando según las culturas y los contextos, la riqueza de las diversas tradiciones espirituales. Pueden facilitar tal práctica oportunas formas de acompañamiento, ayudando a descubrirles la lógica y a superar posibles resistencias” (ISS 2, j).
La conversación o diálogo en el Espíritu, en contraste con la simple discusión de ideas o la verborreica exposición (indiferente) de pareceres, fué una herramienta útil para despertar y alimentar una dinámica nueva en la que se alimenta y realiza la sinodalidad. Así lo experimentaron los participantes en la primera sesión del sínodo: “La experiencia de la conversación en el Espíritu ha sido enriquecedora para todos los que han tomado parte en ella. En particular, se ha valorado el estilo de comunicación que privilegia la libertad de expresión de los propios puntos de vista y la escucha recíproca. Esto evita pasar rápidamente a un debate basado en la reiteración de los propios argumentos, sin dejar el espacio y el tiempo para darse uno cuenta de las razones del otro” (ISS 15, a).
Las redes y el trabajo en red resultan ser también instrumentos adecuados, praxis a expresión cumplida de lo que es la sinodalidad en la iglesia. En próximos posts veremos en qué sentido.
[1] Cito aquí el documento publicado en la página oficial del proceso sinodal: https://www.synod.va/es/resources.html Para comodidad de la lectura será referido en el texto como ISS.
[2] Frase atribuida al Mahatma Gandi.