En 2020 la crisis mundial COVID-19 cambió nuestro mundo. Los casi 80 millones de personas desplazadas por la fuerza, que ya huían de la guerra, la violencia y las situaciones de emergencia, eran probablemente los más afectados por la pandemia.
Todos tuvimos que adaptarnos, también las redes e instituciones de la Compañía. En concreto, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) pudo servir a más de un millón de personas en 57 países del mundo. La creatividad y el enfoque centrado en la persona que el Padre Arrupe exigía al JRS inspiraron un marco estratégico que requería un esfuerzo de fortalecimiento organizativo. Este trabajo nos preparó para responder a los desafíos sin precedentes del 2020. Programas y alianzas más fuertes, sistemas informáticos y financieros globales avanzados y un programa de bienestar del personal nos permitieron ajustar nuestros esfuerzos globales y locales para que los más vulnerables no se quedaran atrás.
Estos son algunos datos del trabajo realizado durante el año 2020, que no habría sido posible sin la colaboración de tantas personas e instituciones:
- Se pusieron en marcha 75 proyectos en 24 países para garantizar que los niños refugiados siguieran sus cursos de forma virtual. Los proyectos sobre los medios de vida tuvieron que adaptarse para asegurar que las personas podían adecuar sus actividades generadoras de ingresos y responder a las nuevas demandas del mercado.
- El 31 % de las personas atendidas en 2020 recibieron servicios de emergencia y atención sanitaria. Se distribuyeron alimentos, kits de higiene, equipos de protección personal, y se instalaron estaciones de lavado de manos en los campamentos que tenían un saneamiento inadecuado.
- Se monitorearon los campamentos de refugiados para detectar tensiones y posibles actos de violencia, y para concienciar sobre la necesidad de prevenir la propagación del virus y desalentar el estigma asociado a su contagio.
- Se ayudó a sanar: se realizaron sesiones de apoyo psicosocial a distancia y se aplicaron medidas preventivas en los casos en que el contacto directo era necesario y estaba permitido.
- JRS comenzó a formar parte de un grupo de trabajo para fortalecer y expandir las asociaciones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) con las organizaciones religiosas, ya que la pandemia evidenció más que nunca el valor de las organizaciones religiosas que permanecen y brindan ayuda en situaciones de emergencia.
- Se pusieron en marcha numerosas iniciativas regionales de incidencia política: el informe del JRS sobre el contexto regional de los desplazamientos en América Latina, la atención prestada a la minoría ezidí (yazidí) en Oriente Medio, la colaboración con otras ONG en el sur de Asia en apoyo de los refugiados rohingya, o el compromiso con los líderes recién elegidos de Estados Unidos sobre las prioridades del JRS.
Otros muchos proyectos pueden consultarse en el informe del Servicio Jesuita a Refugiados.
Este servicio se ha podido a llevar a cabo solo gracias «al generoso compromiso de los jesuitas y de muchos socios en la misión: hermanas, otros religiosos, sacerdotes diocesanos, donantes, personal, voluntarios, y en particular los mismos refugiados a los que tuvimos el privilegio de asistir. Su apoyo constante hace que el JRS sea un claro ejemplo del amor de Dios por los más necesitados», ha dicho el Reverendo Thomas H. Smolich SJ, Director Internacional del JRS.
La pandemia no nos impide seguir trabajando: nos exige replantear las formas en las que llevamos a cabo la misión, y nos pide colaborar. Este compromiso compartido por no dejar a nadie atrás nos mueve a acompañar, juntos y en colaboración, a nuestros hermanos y hermanas vulnerables hacia un futuro de humanidad y dignidad compartidas.
Información obtenida de JRS