«Tenemos que alejarnos del triunfalismo jesuita, pensando que con nuestros recursos, nuestro ingenio y nuestras capacidades podemos resolver todos los problemas del mundo. No podemos».
Con estas palabras, el Padre Manoling Francisco, SJ, abrió su presentación sobre las lecciones de asociación y colaboración en un seminario web organizado por la comunidad jesuita de la Residencia Internacional Arrupe (AIR) en Manila. En aquel encuentro, el gobierno, las empresas, la sociedad civil, la Iglesia y representantes de los pueblos de diversos credos se reunían para atender las necesidades de los más afectados por la pandemia COVID-19 y los recientes tifones que devastaron el norte de Filipinas.
Experiencias compartidas
Hasta la fecha, Tanging Yaman, una pequeña organización con apenas seis trabajadores, ha distribuido más de 1000 toneladas de pescado, arroz, hortalizas, legumbres y cultivos; ha recaudado más de 20 millones de pesos filipinos y ha ayudado a los productores de arroz a aumentar sus ingresos hasta en un 46 %. Todo esto, según el Padre Francisco, ha sido posible gracias a la colaboración y a la confianza que la gente ha depositado en ellos. La colaboración se refleja de hecho en el lema de la fundación: «Un poco de muchos se convierte en mucho».
«Somos un pequeño actor en el escenario mundial», dijo el Padre Francisco, reconociendo que las necesidades del mundo son inmensas y que no hay una persona o una organización que pueda hacerlo todo. «Estamos invitados a colaborar con aquellos que son movidos por el Espíritu para humanizar las vidas de las personas más afectadas».
«Somos un pequeño actor en el escenario mundial. Estamos invitados a colaborar con aquellos movidos por el Espíritu»
La creación de redes y la colaboración también fueron clave en la respuesta a la catástrofe de la oficina de la vicepresidenta de Filipinas, Leni Robredo, quien dijo a la comunidad de AIR que «si hay algo que esta pandemia nos ha enseñado es que cuanto mayor es el desafío, mayor es el imperativo a que contribuyamos, nos involucremos y ampliemos nuestro alcance para ayudar. Ningún esfuerzo es demasiado pequeño, cada paso nos acerca más a nuestro objetivo común».
El Padre Tony Moreno, SJ, Presidente de la Conferencia Jesuita de Asia Pacífico, recordó las palabras del Padre General Arturo Sosa, SJ: la verdadera colaboración y el trabajo en red requieren una conversión. «Si somos el tipo de persona que quiere controlar las cosas, que piensa que lo hace mejor cuando lo hace él mismo, que busca colaboradores en lugar de ser él mismo colaborador, entonces realmente necesitamos una conversión”, añadió.
Recordó el Padre Moreno: «Dada a la centralidad de la misión, todo lo demás pasa a un segundo plano —nuestro orgullo, nuestro deseo de controlar, de querer que las cosas vayan a nuestro favor». Después de todo, en el corazón de la colaboración está la missio Dei.