Escuchamos a menudo que una de las características de la modernidad es el pluralismo. No somos un mundo homogéneo. Hoy hablamos de la interculturalidad que configura nuestras sociedades.
De la pluralidad deriva, a veces, una fragmentación de las identidades. Todos llevamos muchos sombreros; y cuando cambiamos de sombrero, nuestra imagen personal también varía. Utilicemos una imagen matemática: somos miembros de varios conjuntos. Algunos de ellos son subdivisiones de conjuntos mayores: soy miembro de mi comunidad, de mi provincia, de la Compañía de Jesús, de la Iglesia. Pero también pertenecemos a conjuntos que no forman parte de un todo mayor, pero que se superponen. No todos los miembros de mi comunidad forman también parte de la asociación profesional a la que pertenezco, o de mi equipo de fútbol. Formamos subdivisiones y afiliaciones porque nos ayudan, y porque son útiles para estructurar nuestras relaciones o alcanzar nuestros objetivos.
En la Compañía tradicionalmente las subdivisiones para el gobierno son provincias y comunidades. Las asistencias son también divisiones pero no de gobierno: son para facilitar el gobierno del Padre General. Así surgieron también las Conferencias, para facilitar el gobierno de los Provinciales. La Congregación General 35 les da un nuevo giro. Afirma que «no son meros instrumentos de coordinación provincial» (D.5, 18 a). Tienen una planificación apostólica que es aprobada por el conjunto de los Provinciales y se convierten en «organismos de cooperación para determinados aspectos inter y supra-provinciales» que requieren toma de decisiones colectiva. Esto abre la posibilidad, muchas veces exigida por la misión en un mundo globalizado e interconectado, de agrupaciones de Provincias para mejor responder a su misión, sea como acuerdo del conjunto de las Provincias implicadas (como tener una casa de formación común o apoyarse con recursos humanos y económicos), o para un territorio común a varias Provincias (como son los proyectos de frontera ya existentes en la triple frontera de Chile, Perú y Bolivia o en la frontera de Colombia-Venezuela).
Ese es el objetivo: una mayor colaboración para la misión. Y a esta colaboración nos ayuda la organización y trabajo en red.
Es decir, que podemos pensar una conferencia subdividida en regiones por afinidades para la misión, o con proyectos territoriales que abarcan parte de las provincias implicadas. A esto nos referimos cuando decimos que la CPAL puede pensarse subdividida en regiones o con proyectos territoriales. Estas dos posibilidades no son excluyentes, como tampoco lo son la posible fusión de algunas provincias. Por ejemplo, el llamado Proyecto Caribe sería una región en busca de una mayor cooperación interprovincial entre varias Provincias y regiones, en el cual hay Provincias que se fusionan (como Antillas y la región independiente de Cuba) y en el que existe un proyecto fronterizo de Venezuela (uno de los integrantes) con Colombia (que no es parte del proyecto). Esto nos habla de una gran flexibilidad, siempre condicionada a la misión.
¿Qué ventajas nos podría traer organizarnos por regiones o integrar proyectos supraprovinciales? Hay muchas razones, pero la primera y principal, que engloba a todas las demás, es responder mejor a la misión. Ese es el objetivo: una mayor colaboración para la misión. Y a esta colaboración nos ayuda la organización y trabajo en red.
Se pueden distinguir tres ámbitos en los que la Compañía encuentra valor añadido gracias a la colaboración entre las redes jesuitas:
a. Para las instituciones locales:
- El trabajo en red ayuda a las instituciones más pequeñas ampliando sus horizontes, reforzando su capital social y reduciendo la posible sensación de aislamiento que puedan tener
- La interconexión aumenta las capacidades de las instituciones sin competir con su propia autonomía
- La misión trasciende a la universalidad y gana en relevancia
- Las instituciones locales logran mayor visibilidad e importancia
b. Ventajas prácticas:
- Las instituciones aprenden unas de otras: mejores prácticas, metodologías, formas de proceder…
- Se facilita el acceso a la información relevante
- Se hace posible la colaboración intersectorial en torno a proyectos apostólicos compartidos
- Ayuda a mejorar la calidad de nuestro servicio al unir nuestros esfuerzos y utilizar con mayor provecho nuestros recursos humanos, tecnológicos e institucionales
- Nos permite realizar economías de escala, permitiéndonos utilizar de forma más eficaz los recursos económicos, administrativos y humanos de los que disponemos
- Las redes tienen un mejor acceso a los organismos de financiación
c. Para el cuerpo apostólico de la Compañía
- Las redes traen consigo un nuevo sentido de ser un cuerpo universal
- Las redes contribuyen al desarrollo de una visión estratégica conjunta del futuro de la Compañía
- Se descubren nuevos niveles de acción que permiten dar respuestas regionales o globales a los retos apostólicos
- Las redes ayudan a coordinar los esfuerzos de las diferentes instituciones en favor de los retos apostólicos comunes
- Las redes proyectan al público una imagen de la identidad común de la Compañía
- Las redes permiten la promoción a nivel internacional
- El trabajo en red permite profundizar en el sentido del cuerpo de la Iglesia y de la Compañía de Jesús, haciéndonos más sensibles a nuestra identidad y misión compartidas
- Supone un trabajo con la tendencia histórica entre nuestros pueblos, que es de integración y no de conflicto, y de un enriquecimiento cultural que llega a través del diálogo
Mientras que el primer y el segundo nivel son los que suelen surgir en las discusiones sobre redes, el tercer nivel aún exige atención y reflexión, centrado en cómo el trabajo en red realmente construye y mejora el cuerpo apostólico de la Compañía de Jesús. Es una propuesta novedosa que requiere un serio discernimiento, pero que no hay que temer: el propio Padre General nos invita a ser creativos en lo que respecta a la misión y a «trascender los límites de las identidades provinciales, nacionales y étnicas, subrayando la universalidad de la misión».
Este camino no pasa por la creación de nuevos niveles de superiores intermedios, sino por acuerdos entre provinciales para asignar un delegado para el trabajo común de sus provincias. En otros posts se han propuesto medidas concretas, y se invita a la reflexión, discusión y discernimiento común para llegar a acciones que poner en marcha en este sentido.
Esta reflexión parte de un artículo de Jorge Cela SJ, publicado originalmente en el informe de la CPAL número 288 (2013).