La CG 35 pidió a la Compañía imaginar de nuevo los modos de organización para desarrollar la vida y misión jesuita con el objetivo de servir mejor a nuestra misión universal. Diez años más tarde los jesuitas estamos de lleno en un proceso de reconfiguración de estructuras de gobierno al que el Padre General acaba de dar un nuevo empujón.
El 2019 ha comenzado con una interesante carta en la que Arturo Sosa continúa el diálogo comenzado por Adolfo Nicolás en su escrito de septiembre de 2011 sobre la renovación de las estructuras provinciales al Servicio de la Misión. La carta es un definitivo espaldarazo a la reestructuración en marcha, terminando sin dar lugar a dudas: “por el bien de la misión, los procesos de reconfiguración de las Provincias y Regiones deben de seguir adelante.”
Se trata del resultado de meses de trabajo de una de las comisiones que el actual General creó a raíz de la Congregación General 36, en este caso para estudiar los procesos de reestructuración de provincias y regiones. Sin obviar las dificultades encontradas en el proceso, la evaluación general es muy positiva pues los nuevos espacios apostólicos pueden ayudar a la profundidad en identidad y disponibilidad, ampliar horizontes y sinergias apostólicas, mejorar la distribución de recursos y favorecen grupos más grandes, diversos y vibrantes. El Padre General nos anima “a trascender los límites de las identidades provinciales, nacionales y étnicas, subrayando la universalidad de la misión.” Como se ha sugerido en múltiples ocasiones, la reconfiguración de las unidades de gobierno ayuda a la promoción de la cultura de la confianza, solidaridad, colaboración, trabajo en red, discernimiento en común, planificación y la puesta en práctica de la misión universal.
Quizá la parte más interesante sean las recomendaciones para la efectividad de la reconfiguración, más allá de la atención a los tiempos y las necesidades de personal, recursos y equilibrio en los liderazgos, el escrito recomienda claramente que para que una reconfiguración sea efectiva ha de estar: (a) basada en la misión, (b) integrada con procesos de renovación espirituales y (c) acompañada con planificación apostólica.
La intuición de fondo es recuperar el sentido profundo de la misión jesuita que debería ser el criterio fundamental de cualquier discernimiento apostólico, por encima incluso de las tradicionales unidades de gobierno que han persistido durante años. Como el mismo P. Sosa ha expresado anteriormente en varias ocasiones, “no se trata de preguntar si nuestras estructuras funcionan bien, sino si son las mejores posibles para la misión.”
En su carta, el Padre General hace reiterada mención de la importancia de las redes apostólicas emergentes y las nuevas iniciativas en la cooperación internacional. La carta ilusiona y anima a seguir creciendo en esta dimensión colaborativa reconociendo que vivimos un momento de “gran creatividad en el desarrollo de estructuras para la colaboración local y la creación de redes.”
Foto: sjcuria.global