Recién terminó una experiencia extraordinaria de aprendizaje, servicio y amistad, de esas que costará creer que sucedieron en medio de una pandemia. Hace poco más de un año, el dicasterio de comunicación del Vaticano convocó a jóvenes de todo el mundo a participar en un programa sin precedentes para explorar los desafíos de la transmisión de la fe en el mundo digital en nuestro tiempo.
Tuve el privilegio de ser seleccionado junto con otros quince jóvenes vocacionados a la comunicación, y después de un año de reuniones virtuales semanales, una semana en Roma, cinco proyectos interdisciplinarios y muchos usos horarios revueltos, esto es lo que aprendí sobre la fuerza de la colaboración experimental.
1. Es de profetas apostar por la colaboración
Especialmente durante tiempos de distancia social, es fácil preferir lo individual, lo aislado, lo seguro y lo conocido; pero elegir incomodarse para crecer e invitar a otros a incomodarse contigo para crear otros futuros posibles es valiente, esperanzador y contracultural. Este fue el testimonio que recibí de las coordinadoras del programa, quienes apostaron todo para sembrar con y para los dieciséis comunicadores un estilo diferente de Iglesia.
2. Es importante afianzar las raíces juntos
Si no sabes por dónde empezar, conectar el pasado con el futuro es un buen mapa. Los desafíos actuales pueden parecer abrumadoramente «nuevos», pero en la riqueza del magisterio siempre hay algún adelantado a su época que puede iluminar los procesos. Communio et Progressio nos ayudó a ubicarnos.
3. La comunidad es siempre más creativa
4. La creatividad es sanadora
En momentos de estancamiento, desánimo, frustración o duelo, la creatividad intencional es un signo latente del Espíritu que desinstala nuestros bloqueos y estimula nuestros afectos con novedad, asombro y misterio.
«Todos sabían lo que hacían bien individualmente, pero para todos fue nuevo averiguar lo que podríamos hacer juntos»
5. Los bocetos hacen la obra maestra, aunque al final no se vean
Recibimos encomiendas en equipos pequeños, medianos y todos juntos. Muchos esfuerzos se complementaban o alineaban providencialmente, produciendo satisfacción y acierto, pero no siempre fue así. Inspirado en los mosaicos de Rupnik, aprendí que en la colaboración, como en el arte los no-aciertos, no son fracasos o errores, sino intentos, caminos y expresiones aún no acabadas de algo más bello y más bueno, que con amor y paciencia podemos descubrir e integrar juntos.
6.La fecundidad viene de atreverse a compartir la misión (y la vida)
Todos sabían lo que hacían bien individualmente, pero para todos fue nuevo averiguar lo que podríamos hacer juntos. Co-crear cambio implica acoger la experiencia de los demás, profesional, espiritual y humana, y estar abierto a compartir la propia. Cuando se asume la misión como algo compartido, la responsabilidad que crece es directamente proporcional al horizonte que se expande, al cuál podemos caminar abriendo caminos de esperanza.
«Co-crear cambio implica acoger la experiencia de los demás, profesional, espiritual y humana, y estar abierto a compartir la propia»
7. Las 3 H para aprender experimentando: honestidad, humildad y humor
Tres actitudes transversales a todo proceso desconocido, emocionante e intercultural. Necesarias para pedir ayuda, clarificar un punto, disponer el propio talento, escuchar generosamente, corregir un boceto, animarse mutuamente, concretar acciones y ejecutarlas, divertirse en el camino y al final volver siempre a una posición de servicio alegre y desinteresado para mayor Gloria de Dios.
En la reunión final presentamos a la segunda generación una línea del tiempo que resume toda la experiencia, y que puedes encontrar aquí.
Al finalizar, el padre Anthony Le Duc nos dijo:
«Estoy muy impresionado y esperanzado al ver la apertura, creatividad y energía del primer grupo. Para mí, la primera y la segunda generación, junto con vuestras voces, representan una porción muy importante de la Iglesia sinodal. Espero que en su posición de comunicadores de la fe de diversos orígenes sirva de puente para conectar a la Iglesia con otras porciones de la Iglesia sinodal, especialmente las que no siempre están plenamente representadas, de modo que más voces puedan ser escuchadas e incluidas en la vida y la misión de la Iglesia».
Qué bueno es configurar nuestra Iglesia colaborativamente, creativa, conectada, experimental, y abierta a aprender, a mejorar y a servir. Los rostros y nombres de mis compañeros serán por siempre signo vivo esperanza y comunión.
Human Centered Designer. Storyteller + Missionary. Living, developing and sharing creative experiences of faith at @TMBcreatives, @takemebackers & @youcat
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