Quizá es cierto que está de moda hablar de redes y networking, y que muchas veces llamamos redes a estructuras que están lejos de tener una dinámica de trabajo en red. Pero también es cierto que las redes son clave hoy para entender la colaboración entre instituciones y, por lo tanto, esenciales para pensar en el horizonte de nuestros desarrollos organizacionales a nivel apostólico.
Es más, después de muchos años trabajando en el ámbito internacional estoy convencido de que el futuro apostólico de la Compañía de Jesús nos lo jugamos no en la creación de nuevas instituciones sino en la combinación creativa de las actuales. Por eso es importante reconocer que las redes no son solo estructuras operacionales o soluciones técnicas… sino oportunidades para canalizar una nueva cultura de colaboración y acción colectiva que, si está dirigida por la misión, permite nuevas respuestas apostólicas. Así es como la pregunta organizacional, por las estructuras, se vuelve clave para el discernimiento de la misión (y aún hay gente que pregunta por qué la Congregación General 36 vincula discernimiento, colaboración y redes).
Dada nuestra potencialidad global, ¿qué significa el bien más universal? ¿Cuáles son las necesidades a las que podemos responder y que nadie más está abordando? No podemos abordar estas preguntas sin la consideración sobre las estructuras y sus posibilidades. Si las Preferencias Apostólicas Universales son la respuesta a: ¿Qué es eso que podemos hacer juntos? El discernimiento, la colaboración y las redes es la respuesta a la pregunta: ¿Cómo vamos a hacerlo?
Al nivel de misión e inspiracional somos universales por naturaleza. Nuestro ADN nos lleva a lo global. Pero en el nivel práctico y la realidad apostólica, hemos de ser honestos: somos expertos en inculturación, adaptación local, enraizamiento… y estamos casi comenzando a aprender a trabajar en los niveles supra-provinciales.
No creo que esté exagerando si digo que en estos años estamos cableando nuestro cuerpo apostólico y que, dependiendo de estos cables, relaciones, colaboraciones institucionales, proyectos comunes… estamos abriendo de diferentes maneras el futuro apostólico de la Compañía de Jesús.
Así que la próxima vez que escuches sobre redes apostólicas, piénsalo dos veces antes de criticarlo como moda, y considera seriamente qué horizonte apostólico podría estar abriéndose para la Compañía si permitimos que estas conexiones realmente se conviertan en nuevas oportunidades para que el Espíritu nos continúe recreando.